EDUARDO MUÑOZ VILLÉN: "El irracionalismo me alertó frente a los sueños de la razón, sus errores, indicando nuevas dimensiones del ser humano, negando su erección como única alternativa, tal como afirmara Marcuse. Vació la existencia de esencias que Heidegger supo materializar en su olvido del ser por una sociedad basada sólo en entes. El existencialismo, entonces, me animó a tomar las riendas de mi vida, a construir mi existencia, llenándola si era preciso de ideas o esencias. Entonces recordé de nuevo a Platón y vuelta a empezar. Con ellos, los materialistas, neopositivismas, lingüistas y cientificistas y sus obsesiones por las Filosofías de la Ciencia y la Cultura, animaban a mirar hacia un nuevo hombre con diferentes facetas psicológicas y sociales. Todos me aportaron una seria crítica a la cultura que terminó en la sospecha y la diferencia ante la herencia ilustrada. Y entonces muchos de esos planteamientos anteriores cayeron a mis pies, destrozados y exigiendo una nueva reconstrucción (que no deconstrucción que diría Derrida). El presocrático Heráclito me animó con su devenir irracional contrapuesto al ser parmenídeo. De nuevo una revolución intelectual con Foucault, Derrida, Deleuze, Lyotard y la «razón elusiva»€Y apareció la reflexión encarnada de Unamuno que, junto con todo lo anterior me permitió mirar la tradición y descubrir la racionalidad en lucha, la confrontación de opuestos que es nuestra vida y, además, sin resolución posible€
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