A lo largo de la historia, numerosos pensadores han descrito las características y atributos que distinguen a los seres humanos de otras especies y de las máquinas. Entre ellas se han encontrado, habitualmente, el razonamiento y el pensamiento abstractos, el lenguaje complejo, la conciencia de uno mismo y de los demás, la creatividad y la expresión artística, el uso de herramientas y de tecnología, la afectividad, la religiosidad y un largo etcétera. A pesar de que estos atributos no son exclusivos de los humanos en su totalidad y de que algunas de estas capacidades también se han observado en otras especies, la combinación y complejidad de estas características ha sido estimada distintiva del ser humano. Partiendo de esto, se ha solido delimitar una máxima cuasi universal: el ser humano es el ser que se crea a sí mismo y que se otorga sentido. El fin del ser humano, que diría Ortega y Gasset, no consiste por tanto en sobrevivir, sino en vivir, en proyectarse hacia un horizonte en el que no hay nada escrito y todo está por construir.
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